CANTO PRIMERO
Caballo alazán
canto asirio en las ventanas del mundo.
Yo tengo solamente ríos en tu frente, que van del lago relieve a
la cintura de mi razón.
Cuando salían las embarcaciones, los puertos te dejaban su paz
y allí olías el terror desnudo del océano y allí dios te arrancaba
de tu sueño ligero.
Pasaron vientos diversos por tu espacio entre tanto sueño virgen.
Llegaste…
si lograbas recordar.
El hombre salía de su armadura y en las velas del viento dejaba
pasar su puerta.
Un paso en la greda, donde infinitos destinos se cruzaban, como
el ave de barro.
¡Que nube pesada calló sobre mí!
Tomé el color de los carros que había visto en mi infancia,
Flechas Babilonia.
¿Qué nube, cuando recobré la atmósfera surgió de las
sombras?
Desembarqué…
si lograba recordar cruzadas, fortalezas,
cansancio, odio, espuma.
Los rasgos de los tiempos me quedaban marcados, grabé día y
noche el nuevo rastro.
Yo, que entré en los cañadones perdido por la dulzura del aire y
no pude escapar al cielo, con la lanza en mi costado cruzando la
aurora.
Pude dormir porque todo lo crucé, galopando como un diablo
coronado de escamas cobrizas.
En el valle la tribu descansaba y yo bebía de todos los inciensos
ángeles.
Me alisté para la guerra en la flor de aire, para los conjuros en
voz baja y aquellos alaridos, aquellos tambores…
Después el sudor cayó sobre mi anca con las últimas luces
buenas.
Silencio vastedad…
el trueno que de noche me quiebra es
alivio y templo parta mi sencilla sed.
Porque encontré el eslabón de la verdad.
Si lograra recordad aquél canto.
CANTO SEGUNDO
Hay una mirada que marca todo como una flor que vuela
silenciosa en la imagen del destino.
La morada de aquél que ha visto caer su corazón y la paja que
cobija o que arde cuando no se sabe alzarla.
GRACIAS
mi tibio ser de enjambre se vuelca la espuma de tu
lúpulo sobre mi ansiada paz.
GRACIAS
cuando el vuelo e tus crines deshacen todos los
martirios modernos.
GRACIAS
por la imagen de tu pupila óvalo intenso donde ha
nacido en mí el cosmos único de la alegría.
He conocido mucho sobre tu lago inmaculado en tu suave
marea.
Han caído lluvias sobre la sed de los infiernos una rama precoz a
mi alcance cayó fulminada.
Llanura intemporal de poca memoria el pastizal se hunde en
vahos de impotencia en trastornos de patrias azules.
GRACIAS
Por el sonido y el lamento de un cielo bajo una
maravilla un horror en marcha subterránea.
CANTO TERCERO
Compañera de vendavales
de la magia de las estrellas, del verdor
de la ciencia. Hay un color que no cambia en los ojos si se
responde a la primera luz.
Aquella que ha creído y descreído porque su paso era
inevitable, como una sustancia llevadera en los labios que
ilumina.
Aquella que cabalgaba en los silencios, mientras se nutría de
todos los ritmos del universo que la despertaban a las corrientes.
Y es de golpe el viento
que suelta el sopor de los muertos,
porque la muerte ha pasado por tantos siglos que no llegan…
Es aquella que ha subido a las altas piedras de la religión del sol,
aquella que ha golpeado el tambor, que ha tratado y reclamado
el paisaje como un germen por escuchar.
Y es dios, caballo, espuma de los demonios, de las fieras, de las
aves sagaces, de los sauces dormidos en el aire de la materia.
Y es filamento
duración
incienso que trenza y destrenza el polvo
en armonía.