
I
Entre y cierre la puerta que detrás vienen los presagios.
Aquí no encontrará más que tristeza y pequeñas fatigas
azules buscándose como torres a larga distancia.
Entre y ubíquese en diagonal a las pesadillas, que para
estar tranquilo basta hacer el pan diariamente sin pausa
y retribuirlo para no quedarse solo.
Voy a encender el espectro del bosque.
Necesito una mirada que pueda más que el agua, que el
dominio del tiempo sobre la inteligencia, que ese fuerte
dolor a aguacero en lo sentidos.
Siéntese tal cual ha nacido, Con pocas palabras, que hoy
descubrí un capullo con diez años de antigüedad y conocerá
usted la belleza que nunca ha entrado por los ojos.
¿Siente el roce del planeta?
Pronto desplegará el cielo la fila de perdices, esos privilegios
de invierno en los campos.
Esta soledad que prepara el ángel.
VII
Me detuve con la mirada y conté cada hierba del nido.
Donde pasaba el reloj todos los días y la caricia voladora
dejaba nuevas clemencias de luz, en lo profundo del
silencio.
Salí del nido con el embrión vegetal sobre la frente.
Volé busqué cuatro caminos, porque estaba la razón fijada
sobre mi plumaje antiguo, que sabía del sufrimiento del
árbol, del animal, del crecimiento plata pura de las
palabras nuevas.
Volé construí mejor los ojos, compartí como pude las nacientes
del espíritu, las sensaciones de noche y de tormenta,
la ciencia en el amanecer.
No fue la razón sino la dalia del espacio, la que hizo de
todos los paisajes mi nido.
En la rara pendiente….
III
¡Malhaya cielo perdido!...
Montes olvidados, mandarinos en cruz, secretos en lo
hondo de la traición.
He vuelto por el sonido de mi infancia, aquél potrillo
asustado del viento de los fantasmas, potrillo
siempre del profundo timbal, de la geología que cantaba
en el color del silencio.
Y todo lo guardé.
El brazo iba cayendo como una larga nube.
Destino brazo sellado por Dios, Dios Surgente, Dios Aparejo
de mi estancia pura, pupila para mi edad.
Cuando yo formaba cuerpo en infinitas sustancias, cuando
la sustancia encarnecía el aire, el alma con más
justicia aún, yo sabía ser sabiduría mejor retorno de la
vida.
Sabía ser la rendición del ave, en la hora que su sombra
mece al sauce y se escuchaba al agua abrirse y
temblar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario